sábado, 30 de mayo de 2015

Crecer en este mundo

El otro día escuchaba: "No quiero tener hijos porque no quiero que mis hijos crezcan en este mundo."

Yo tampoco quiero que crezcan en un mundo que valora más el color de su piel, sus ojos o sus vestimentas, que sus intenciones y acciones.

Un mundo donde el verde de los bosques pierde terreno frente al marrón de los desiertos.


Un mundo donde los seres humanos son un amenaza constante para el resto de seres vivos del planeta.

Un mundo donde el dinero es algo imprescindible para vivir más que una herramienta para facilitar las transacciones entre las personas.

Un mundo donde hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, no se respetan como iguales, no se tratan como seres emocionales; sino como objetos o procuradores de nuestros placeres, parches para nuestras deficiencias o medallas para nuestros egos.


Un mundo donde aprender puede ser tedioso, aburrido e incluso doloroso, en vez de apasionante divertido y satisfactorio.

Un mundo donde trabajar se entiende como un suplicio obligatorio para subsistir; en vez de una manera de desarrollar algunas de tus habilidades disfrutando y obteniendo un sueldo por ello.

Un mundo donde el mayor peligro al que se enfrenten o el mayor daño que puedan sufrir esté siempre relacionado con un ser humano.


Un mundo donde muchos humanos hacen el trabajo de máquinas y viven como máquinas.

No quiero que mis hijos crezcan en un mundo en el que en muchas partes nacer no es sinónimo de alegría.



Quiero que mis hijos crezcan en un mundo donde puedan relacionarse sanamente y de manera amable con el resto de seres vivos.

Un mundo donde por fin ocupemos el lugar que nos corresponde y nuestras responsabilidades dentro de la naturaleza; en vez de intentar echar al resto de la naturaleza del juego.


Un mundo en el que los criterios de belleza dependan de sus mentes, sus palabras y sus actos; más que del exterior de sus cuerpos.

Un mundo donde puedan aprender y desarrollar las habilidades que disfruten y con ello sumar más felicidad y bienestar a los demás.


Un mundo donde el dinero sea sólo una herramienta que facilite las vidas de todos; y no un valor o una condena que lastre la vida de ninguno.

Un mundo donde las máquinas se encarguen de hacer el trabajo repetitivo y tedioso; y las personas desarrollen su singular creatividad sin convertirse en máquinas.

Un mundo donde la posibilidad de encuentros entre seres vivos sea motivo de alegría y no fuente de miedo.


Un mundo donde el trabajo sea el modo de expresar sus habilidades para el bien de todos y obtengan así un sueldo que les permita acceder a más oportunidades y posibilidades.

Quiero que nacer sea el billete de entrada a un mundo de experiencias enriquecedoras.


Por eso quiero que mis hijos nazcan en este mundo aunque el mundo aún no sea como quiero para ellos, porque no nacemos para encajar en este mundo, nacemos para cambiar el mundo.

Y nosotros vamos cambiando el mundo hacia lo que queremos y no esperamos a que cambie sólo o gracias a las acciones de otros y exigimos que nos guste el resultado o quejarnos de ello.

Cambia el mundo, que es tuyo, es el regalo de tus padres y será el regalo para tus hijos, quizás imperfecto aún para tu gusto, pero lleno de oportunidades y posibilidades, disfruta tu trabajo, disfruta tu tiempo en ello, disfruta tu vida.


martes, 19 de mayo de 2015

Enamorarse

Enamorarse es probablemente una de las emociones más intensas que podemos experimentar en la vida, y una de las que más efecto tiene en la valoración de la calidad de nuestra vida. ¿Cuántos hemos sentido que todo es perfecto gracias a este estado? ¿Cuántos hemos querido morir (puntualmente) en caso de no ser correspondidos? Y lo más importante, ¿cuántas personas confunden el amor con el enamoramiento? ¿Cuántas personas “piensan” o sienten que el amor se ha acabado al pasarse los efectos del enamoramiento porque ya no te quiero como antes, ya no siento lo mismo? Hay quienes entonces se resignan a perder lo que hubo y otras personas dejan esa relación para lanzarse a la búsqueda en otra persona de las sensaciones del enamoramiento que identificaron como las señales del verdadero amor, y pasado un tiempo vuelven a sentir que las cosas cambian y lo identifican como el que el amor se ha acabado de nuevo... Y así podemos pasarnos la vida en una montaña rusa de emociones y parejas... o podemos investigar, aprender y hacerlo mejor si esto no nos convence.


Podemos seguir jugando a dejarnos arrastrar por esta emoción, intentando ajustar nuestras velas a sus vientos “cambiantes e impredecibles” o comprender un poco más qué es esta emoción tan intensa y cómo afecta a nuestro cerebro y por tanto a nuestra experiencia de vida. Hace tiempo que se sabe quienes son algunos de los responsables químicos de nuestras emociones, cómo funcionan y cómo nos afectan. No es mi intención destruir o disipar la “magia” del enamoramiento o el amor, creo que es una de las experiencias más satisfactorias de la vida, mi intención es que podamos disfrutar de unas experiencias más sanas. Considero que el ser humano es humano en la medida en que es dueño de sus acciones, en caso contrario no seremos más que una colección de resortes que vamos reaccionando a los diferentes estímulos ambientales sin poder elegir nuestras respuestas. Nuestra capacidad de elección se basa primero en saber que existe una opción de elegir y segundo en la voluntad de hacerlo.

Entender a qué responden nuestras emociones, cómo se producen y actúan, podemos compararlo si queréis a comprender cómo funciona un vehículo. Saber cuál es la función de cada elemento puede desmitificar la “magia” del movimiento del vehículo pero nos permite vivir una mejor experiencia del viaje si podemos elegir el destino y recorrido en vez de ser simples cargas sin voluntad que son transportadas. Aprender los conceptos básicos de la conducción evitará que nos sintamos desesperanzados cuando el coche se nos cale al salir de un semáforo, cuando se ahogue al subir cuestas o no responda como queremos al intentar adelantar otros vehículos. Si sabemos cómo conducir podremos evitar todas estas situaciones insatisfactorias o comprenderlas y resolverlas en caso de que ocurran. Que se apague el motor no significa que el coche no se vaya a volver a mover jamás.


Hasta donde conozco aún no está resuelto totalmente el proceso de enamoramiento, pero tenemos suficientes piezas idetificadas que nos permiten disfrutar de una mejor experiencia y evitar las situaciones más desagradables. Podríamos empezar planteándonos el sentido y objetivo del amor o el enamoramiento, entendiendo que existen muchos tipos y muchas maneras de expresarlos, a cada cual más acertado o erróneo, o más acorde a nuestra manera de entender la vida. Desde hace mucho tiempo hemos jugado a etiquetar el amor, que si platónico, romántico, bohemio, libre, universal, incondicional, dramático, patético... Hay quienes disfrutan del drama y no quieren saber cómo manejarse en el torrente de sus emociones, sino que defienden la supuesta pureza (e incluso origen espiritual) de sus emociones y creen a pies juntillas que lo más noble, acertado y valiente es obedecer ciegamente sus impulsos.

Hay muchas tradiciones poéticas, sociales, religiosas y culturales asociadas al amor, y por tanto a nuestra percepción y valoración del mismo. No vamos a entrar ahora a descifrarlas, simplemente digamos una vez más que nuestra experiencia de la vida se basa en nuestra interpretación de la misma, todo se debe a nuestra pauta explicativa. Nuestras creencias, conscientes o inconscientes, son los filtros con los cuales vamos a catalogar nuestra percepción de lo observado (la vida), y serán nuestros pensamientos, conscientes o inconscientes nuevamente, los que a continuación disparen los juicios de valor sobre lo observado; finalmente la expresión y mensajeros de estos juicios mentales son las emociones que sentimos. Cuando una persona nos resulta agradable a primera vista y sentimos atracción o afecto por ella no es por un aura mágica e invisible, sino por ciertos detalles que nuestro cerebro ha percibido e interpretado como agradables y deseables de manera más o menos consciente para nosotros, y que resume de forma global en una emoción de atracción o repulsa.


Esta manera de actuar de nuestro cerebro ha sido una capacidad tremendamente útil para la supervivencia de nuestra especie al permitirnos valorar mucha información de muchas situaciones en décimas de segundo y proporcionarnos una respuesta rápida y concisa, esa sensación o emoción que nos impulsa a actuar en base a nuestras experiencias pasadas archivadas inconscientemente. El objetivo principal de nuestro cerebro es nuestra supervivencia, y su segunda prioridad es procurarnos placer y evitarnos el sufrimiento. ¿Cuál es el objetivo del enamoramiento? El enamoramiento desde un punto de vista biológico o evolutivo se explica como el gusto por el dulce que se nos ofrece como reclamo para el objetivo real que es la perpetuación de la especie gracias a la reproducción. Sucede igual con las frutas de los árboles, la parte carnosa y de sabor agradable no es necesaria para la supervivencia de la semilla y futuro árbol, sino que es un reclamo atractivo para los animales, que al tomar el fruto y comerlo con suerte transportarán la semilla lejos del árbol original, permitiendo así la germinación de la semilla en un nuevo lugar. Incluso hay semillas que para germinar necesitan haber pasado previamente por el sistema digestivo de un animal y es entonces entre los excrementos del animal cuando pueden brotar, afortunadamente además rodeadas de abono. Algo similar pasa con el néctar de las flores, que es el premio que se ofrece a los insectos por transportar el polen de flor a flor pegado en sus patas.

Que disfrutemos de relacionarnos con otros individuos de nuestra especie y que nuestro acto de reproducción pueda ser placentero, biológicamente, es una ventaja para nuestra especie que favorece que la población aumente al reproducirnos por gusto. Actualmente podemos disfrutar simplemente del sabor del fruto sin tener que plantar la semilla, pero originalmente este era el diseño funcional y propósito del fruto. Lo que experimentamos como enamoramiento es un conjunto de señales y estímulos cerebrales que nos ayudan a identificar, crear y desear las situaciones propicias para una reproducción beneficiosa para la especie. Los otros vínculos y afectos que se generan entre los posibles progenitores, que podemos interpretar como amor, sirven para ofrecer a las posibles crías un mejor entorno en el que desarrollarse y crecer hasta valerse por si mismas. De ahí que muchas de las cosas que nos resultan atractivas y deseables de otras personas, consciente o inconscientemente, sean indicadores de salud y cualidades beneficiosas para la reproducción y posterior cuidado de las crías, que representan la supervivencia de nuestra especie.


Somos animales, dotados de una gran capacidad de aprendizaje y elección, y seguimos portando los instintos que tan bien nos han servido a la especie y a nosotros como individuos hasta el momento. En nosotros está comprender mejor cómo funcionan nuestras emociones e instintos y por tanto emplearlos y ampliar nuestra capacidad de elección o continuar una vida menos voluntaria y libre y más dirigida por los impulsos y reacciones que responden a las señales del ambiente. La base de la inteligencia emocional se resume en la frase “no se trata de hacer siempre lo que sientes, sino de elegir qué hacer con lo que sientes”, esa es la manera de ser libre y no víctimas de las señales del medio y nuestras reacciones al mismo. Entender cómo funcionan nuestras emociones y nuestro cerebro no va a acabar con las emociones y sensaciones, sino que nos permite gestionarlas de algún modo y no padecerlas sin remedio, incluso prolongarlas si es lo que queremos. Podemos disfrutar de las emociones, vivimos por y para las emociones, si podemos elegir ¿no prefieres las agradables?



Hay una frase que siempre me gustó y me parece bastante acertada: “No te engañes, todos queremos ser besados, incluso los filósofos” Creo que los científicos también, que nos entusiasme conocer cómo funcionan las cosas es una manera más de expresar nuestro aprecio y fascinación por el tema en cuestión. Todos disfrutamos de sentir emociones, no lo investigamos para desencantarlo sino para poder disfrutarlo mejor al comprenderlo a un nivel más profundo y completo. En próximas entradas desarrollaremos más sobre el enamoramiento, el amor y sus emociones y sensaciones... por qué cuando nos enamoramos esa persona nos parece perfecta y divina, por qué podemos pasarnos la noche sin dormir y sin comer y aún así no notar cansancio, qué relación tiene el desamor con el chocolate... veremos cual es la bioquímica responsable de todo esto, qué cosas lo favorecen, lo alimentan, o cuales lo impiden y agotan. Por si nos interesa :)

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domingo, 10 de mayo de 2015

Que hacer en la vida

Probablemente te hayas enfrentado varias veces a la duda sobre qué hacer en la vida. Es una cuestión que se nos puede presentar en repetidas ocasiones a lo largo de nuestra vida, la solucionamos por un tiempo, y cuando ya creíamos que lo habíamos resuelto definitivamente nos aparece de nuevo. Creo que la duda y el cambio son constantes en la vida, y por tanto nos hará bien aprender a gestionarlos.


Hoy os comparto una idea muy sencilla que me sirve bien para ayudarme ante las dudas. No sé qué es lo que tienes que hacer en tu vida, no puedo darte esa respuesta; igual que a veces tampoco puedo dármela a mi mismo con certeza absoluta. Imagino que por eso creamos las religiones, una serie de respuestas y patrones que nos ayudan a dirigir y orientar nuestras vidas para vivir con menos dudas, o eso parece. A día de hoy sigo sin haber experimentado la fe, sigo organizando mi vida en torno a la razón y mi propia experiencia. No sé cómo sería mi vida si tuviera convicciones religiosas y algunas creencias férreas sobre el sentido y el significado de la vida, todo lo que tengo son mis preguntas y las respuestas que acierto a darme.

Es una idea que bien aplicada marca una gran diferencia en nuestras vidas, para ello hace falta identificar nuestras fortalezas y debilidades, pero no entendidas como aquellas cosas que sabemos hacer bien o mal, aquellas cosas que dominamos o aquellas cosas que no tenemos controladas. Se trata de identificar nuestras fortalezas entendidas como aquellas actividades que nos fortalecen, y nuestras debilidades como aquellas otras que nos debilitan. Las cosas que nos fortalecen son aquellas que no nos agotan, al margen de lo bien o mal que sepamos hacerlas, cuando las hacemos no nos cansamos sino que nos alimentan el ánimo. Y nuestras debilidades serán por tanto aquellas actividades que nos consumen el ánimo, al margen de lo bien que lo hagamos, tras hacerlas acabamos agotados anímicamente.


Esta idea me impactó cuando empecé mi formación como responsable de Decathlon, una de las indicaciones a la hora de contratar trabajadores nos orientaba a encontrar “una persona que acaba el día con más energía que al empezarlo”. Es algo que me chocó pues en principio se da de tortas con la idea del cansancio, se supone que nos despertamos descansados y a lo largo del día nos vamos cansando, ¿no? Pues para muchas personas será así, acabarán el día cansados y agotados, y otras pocas han sabido encontrar la manera de que no sea así, y si bien pueden estar cansados físicamente, anímicamente su día les ha sumado y su ánimo es mayor al acabar el día que al empezarlo. Para mí ese es el objetivo, si salgo de la cama es para mejorar lo que ya tengo, no para agotarme sin sentido ni beneficio.

Visto así puede parecer obvio, como muchas de las cosas que comparto, pero ¿cuántas personas nos dedicamos realmente al propósito diario de mejorar nuestro ánimo a lo largo del día y no dejarnos agotar por el día? Que sé que todos queremos ser felices y disfrutar de la vida, pero en ocasiones parece que eso lo dejamos como un objetivo general al que no entramos a especificar cómo lograrlo, sino que esperamos que suceda por el simple hecho de desearlo. Hay una gran frase que dice, así cómo vives tus días vives tu vida, y por tanto tu felicidad global es la suma de la felicidad de cada uno de tus días, y si entramos más al detalle es la suma de cada una de tus horas, ¿cuántos malgastamos horas de nuestra vida sin darle importancia? En ocasiones estamos desperdiciando lo más valioso que tenemos, nuestro tiempo de vida, algo de lo que no podremos conseguir más.

El otro día leí una especie de explicación científica de la pereza. La pereza es una tendencia natural que procura que no nos cansemos, nos induce a gastar el mínimo de energía posible. Parece ser que tiene su sentido natural basado en la falta de certeza de poder recuperar en el futuro la energía gastada, por tanto nos impulsa de manera natural a ahorrar energía. Eso sería bastante útil en el pasado, cuando de verdad no sabíamos si íbamos a poder recuperar la energía que gastásemos, pero hoy en día la mayoría de nosotros tenemos acceso a comida y descanso suficiente como para recuperar lo que gastemos, con lo cual la pereza pierde su valor positivo y nos induce a la apatía que no nos beneficia al ánimo. No sé si os habrá pasado, pero una de las sensaciones que más detesto es irme a la cama sin cansancio y sin la sensación de que el día ha merecido el esfuerzo, me cuesta conciliar el sueño si siento que el día no ha sido bien aprovechado o he hecho algo relevante. Nada comparable con la gran sensación de irse a la cama cansado físicamente y satisfecho mental y anímicamente. Por eso creo que hoy en día la pereza ya no es positiva, y sí lo es dedicar nuestro tiempo de vida a aquellas cosas que nos alimentan las ganas de vivir más tiempo.


Por todo esto, mi propuesta es identificar nuestras fortalezas y debilidades, y en la medida que podamos, ir dedicando nuestra vida a nuestras fortalezas. De este modo disfrutaremos cada día y entraremos en un círculo virtuoso (lo contrario de un círculo vicioso), un círculo en el que cuanto más tiempo dedicamos a lo que nos alimenta el ánimo mejor lo hacemos y mejor nos sentimos. Es bastante útil servirse en la vida de las inercias y crear buenos hábitos que nos lleven a mejores estados de ánimo que dejarnos caer en los malos que nos arrastran hasta la parte más baja de las emociones.


Si no sabes qué hacer en la vida y tienes libertad para elegir, mi recomendación es que identifiques aquellas cosas que te alimentan el ánimo, aquellas en las que pierdes la noción del tiempo y cuando paras no estás agotado. No sé si serán tus pasiones, o aquellas cosas en las que mejor fluyes. Decide si son aquellas cosas a las que querrías dedicar gran parte de tu vida, aquellas que te aporten más ganas de vivir, aquellas con las que terminas el día con ganas del siguiente. Es bastante parecido a estar enamorado, cuando te enamoras de alguien cualquier tiempo pasado en su compañía te parece poco y siempre tienes ganas de más, ¿podrías lograr lo mismo con tu vida? Ah, y no te obsesiones ni agobies, que no tienes que solucionar esto de una sola vez, tu vida cambiará y nos enfrentaremos a la duda sobre qué hacer en la vida en más de una ocasión. Puedes probar varias opciones, no hay una sola respuesta valida, será como vivir varias vidas en una. Sea como sea, procura disfrutar el camino :)


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Ah! una última recomendación, en caso de duda entre dos opciones tira una moneda al aire. Mientras la moneda esté en el aire quizás sientas predilección por una de las opciones, y si no, cualquier resultado que te dé la moneda estará bien ;)