domingo, 23 de marzo de 2014

Procrastinación, no somos tontos

Procrastinación, quizás no has oído esta palabra o no sabes qué significa, según Wikipedia: “La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.




¿Fácil verdad? Básicamente es dejar de hacer lo que sabemos que tenemos que hacer por ir haciendo antes cualquier otra cosa que nos resulte más agradable o satisfactorio aunque sea totalmente irrelevante y no sirva para nada. ¿Esto significa que somos tontos? Yo creo que no, lo que significa es que tenemos alguna fisura o debilidad en nuestra disciplina o en nuestro compromiso con nuestros objetivos. Disciplina entendida como nuestra capacidad de elegir lo que más queremos sobre lo que queremos ahora. Vivimos en unos tiempos en los que confundimos términos, una de las confusiones más comunes es pensar que placer y felicidad son lo mismo. De este modo hacemos cosas que nos producen placer y pensamos que eso es felicidad o al menos el modo de obtener la felicidad.

También creo que algunas personas no han comprendido lo mismo que yo de la frase “Carpe Diem”, según Wikipedia: “Carpe diem es una locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo”. Creo que hay muchas personas que diciendo vivir el “espíritu Carpe diem” se dedican a malgastar su día en placeres vacíos, en vez de dedicar su día a lo que de verdad importa. ¿Qué es lo que de verdad importa? Esta pregunta tiene tantas respuestas como personas y momentos, así que es algo que cada cual tendrá que responderse a sí mismo bastante a menudo.





Igual no sabíamos nada de la procrastinación, pero creo que sí habíamos experimentado alguna vez esta sensación de perder el tiempo, de no haber hecho absolutamente nada relevante en una mañana, en un día o en cualquier otra porción de tiempo, y creo que sí sabemos qué son los ladrones de tiempo y cuáles son los nuestros. No es necesario haber leído Momo y saber quienes son los hombres grises para saber que hay varios ladrones de tiempo entre nosotros, y no todos son personas, lo más común es que sean cosas. Cosas que hacemos para quitarnos esa sensación de vacío, de aburrimiento, de miedo, de inseguridad, de duda... o cosas que hacemos rutinariamente sin darnos cuenta de la importancia o total falta de ella que tienen en nuestra vida.

A medida que avanza la tecnología tenemos nuevas posibilidades, nuevas herramientas fantásticas y nuevas distracciones, nuevos ladrones de tiempo. Podemos pasarnos una mañana entera refrescando la bandeja de entrada del email, atendiendo cualquier mensaje de Whatsapp, revisando indefinidamente las visitas de nuestro blog o canal de Youtube, dando vueltas y más vueltas a las novedades de Instagram, Twitter, Tuenti y/o Facebook. Y esto sólo para poner un ejemplo de las más habituales en mi día a día.




Estas pueden ser unas magníficas herramientas o unos tremendos lastres para nuestra productividad, lo mismo que nuestra mente e imaginación, magníficos sirvientes y terribles amos. Esto me recuerda una frase que me gusta mucho, “Usemos nuestra imaginación para crear nuestra realidad mejor que para escapar de ella”. Todas las herramientas que tenemos podemos usarlas para potenciarnos y dar lo mejor de nosotros mismos o perdernos en ellas. Hay cosas que para mí llamo los “toboganes o caídas fáciles”, son esas cosas en las que podemos dejarnos caer fácilmente y que suavemente nos llevan hacia abajo, entendiendo hacia abajo como un menor rendimiento o aprovechamiento de nuestra vida.

En algún momento estaré a favor de dejarnos caer, de fluir como el agua hasta la posición más baja y estable, fácilmente y sin esfuerzo. También hay momentos en los que toca subir y esforzarse en alcanzar algunas cimas para luego poder disfrutar de una gran bajada o hacer ahí un campamento base donde quedarnos o desde el cual emprender nuevas aventuras.




Uno de los hábitos más importantes que conozco, aparte de la actitud proactiva y positiva y la visión de aprendizaje y oportunidad, es saber relativizar las cosas y valorar cada cosa en su medida. Saber qué es lo importante, y saber organizar un orden de prioridades, poner primero lo primero. Me considero un hombre ordenando y me organizo por objetivos y tareas, y hasta ahora me va bien así. Me parece lógico dividir las grandes tareas en pequeñas tareas, aprendizajes de jugador de videojuegos, acostumbrado a dividir las grandes quests en misiones más pequeñas; a identificar y pasar por los checkpoints o metas parciales que nos conducen a la meta final.

Sabiendo dónde quieres llegar toca elaborar una ruta hasta allí, identificar los hitos que te van a ayudar a guiarte, y ponerte en marcha!! De poco te vale toda la visualización de un gran sueño o proyecto, de poco te vale aplicar toda la ley de la atracción sino aplicas la suprema ley de la acción. Como decía, no somos tontos por procrastinar, lo que pasa es que nos demoramos en los fáciles placeres inmediatos y retrasamos nuestro avance hasta nuestras verdaderas metas y objetivos. Está bien apreciar los placeres del camino, detenerse a oler las flores, pararse a apreciar las vistas, tú decides cuándo quieres continuar tu camino y hasta cuándo quieres detenerte en cada punto. Haz tu camino a tu gusto, disfrútalo!




Puedes leer más entradas relacionadas con este tema como: A largo plazo y ¿Qué esperas de la vida? pinchando en las palabras de diferente color. Si te ha gustado esta entrada seguro que te gusta mi primer libro ya publicado en papel: Un filósofo de campamento, puedes pinchar aquí para descubrir cómo hacerte con ello, leer su prólogo y dos capítulos de muestra. Gracias por dedicarme tu tiempo, espero que lo que has leído te ayude a disfrutar más de tu vida! :)