lunes, 28 de julio de 2014

¿Educamos para la paz?

Es una pregunta que me hice ya hace tiempo, y ayer volvió a asaltarme con fuerza. Es fácil hacerse esta pregunta después de ver la película de “El juego de Ender”, en cuyo mundo la respuesta es claramente: no. Aunque la película se estrenó en 2013, el libro sobre el que está basado es de 1985, una época en la que se han escrito y publicado muchas cosas importantes y que aún hoy en día parece que no somos totalmente conscientes de ellas. Del mismo año 1985 es la película “Enemigo mío”, que también me vi ayer porque la tenía pendiente desde hace mucho y me pareció muy oportuno verla a continuación. Esta tarde cinéfila terminó con “El lobo de Wall Street”, ideal para replantearse unas cuantas cosas sobre nuestra sociedad.


No sé si alguna vez os habéis planteado si se puede educar para la paz o la guerra. La respuesta es sí, sí se puede. Se puede educar para lo que quieras, todo es aprendible. El miedo, el aprecio, el odio... Todo esto se aprende. Y entonces, ¿qué aprendemos en nuestro sistema educativo? ¿Aprendemos paz o guerra? ¿Se educa para cooperar o competir? ¿Aprendemos a incluir o excluir? ¿Qué enseñamos a nuestros hijos? (Puedes pinchar en cada pregunta para ir a la reflexión correspondiente) Creo que nuestro sistema educativo actual fomenta más la competición que la colaboración o cooperación. Algo tan simple como el Win-Win, buscar la resolución del conflicto en la que ambas partes ganan (no ya el Triple Win) creo que no se enseña aún en los centros educativos a los que yo asistí, o no estuve suficientemente atento para aprenderlo.

Mi recuerdo es que cuando había un conflicto los superiores mediaban para que ambas partes cedieran en sus posturas, creando una solución en la que ambas partes perdían y con la que nadie estaba satisfecho, excepto los superiores porque pensaban que el conflicto estaba resuelto. Que poco productivo me parece esa frase de “ahora os pedís perdón y os dais la mano” o un abrazo, o un beso. Creo que no se puede forzar u obligar el perdón, con eso sólo consigues una falsa aceptación de tu solución y creas un descontento interior además de una pérdida de la confianza en la capacidad de los superiores para mediar en los conflictos. Aún hoy en día me invade el sentimiento de incompetencia cuando veo a alguien forzando la resolución de un conflicto por perdón obligado.

Sin duda lleva más tiempo comprender el conflicto, comprender las posturas implicadas, y descubrir, entre todos los implicados, los motivos e interpretaciones que han llevado al conflicto. Es más fácil y rápido hacer un ejercicio de fuerza mayor y obligar a la resolución del conflicto. Fácil y rápido, pero no productivo ni beneficioso, quizás sí a corto plazo, pero no a medio/largo plazo. Si no aprendemos a entender las causas de los conflictos y no aprendemos a resolverlos satisfactoriamente para ambas partes, estaremos condenados a seguir sufriendo nuevos conflictos. Como bien dicen: quien no aprende de sus errores, está condenado a repetirlos.


Nos educan para competir, tanto en la educación formal, la reglada, la no reglada, y la informal. Nuestra sociedad parece adorar la competición. Creo que la competición tiene sus partes buenas, la parte de superación y mejora. Lo que no me parece tan positivo es cómo se desarrolla muchas veces o lo que provoca en muchas personas. Esa competición que no busca nuestro mejor desempeño sino la trampa, el abuso, la superioridad, el desprecio a los demás... Pienso que la competición con otros es el principio de la guerra. No ya una guerra como las entendemos entre países o facciones, pensad simplemente en empresas o colectivos. ¿Hay cooperación y colaboración? ¿o enfrentamientos fácilmente comparables con guerras? Cuando como emprendedor piensas en ofrecer algo nuevo al mundo, una de las primeras cosas que tienes que hacer ¿no es pensar en la competencia?

Es algo que está ya tan instaurado en nuestra sociedad que nos sale solo, me ha costado darme cuenta de la facilidad con la que empiezo a estudiar a la competencia para todo, con cuanta naturalidad analizo sus puntos fuertes y débiles para plantear una estrategia que me permita posicionarme y sacar ventaja de ello. Naturalmente me sale considerar al resto de proyectos como competencia y prepararme para el enfrentamiento. No digo que no haya que hacerlo, no propongo la imposición de la alternativa, simplemente me sorprende cuántas veces no somos conscientes de que existen alternativas al enfrentamiento. Y esto no es de ahora, aunque sigamos sin aplicarlo, estas reflexiones ya las han tenido muchas personas hace mucho tiempo. Ya está todo dicho, pero resulta que nadie estaba escuchando y hace falta repetirlo todo. En "El arte de la guerra" (texto atribuido a Sun Tzu en el siglo IV antes de Cristo), no recuerdo si plantea la posibilidad de encontrar una solución que beneficie a ambas partes. Sí plantea en varias ocasiones que lo mejor es ganar la guerra sin que esta llegue a producirse y para ello ofrece algunas directrices para evitar el enfrentamiento.

Pienso que llevamos mucho tiempo desoyendo verdades muy obvias y obviadas, pienso que hay mucho por hacer, pienso que muchas cosas se pueden hacer mucho mejor, empezando por el principio, empezando por la educación que damos, la que recibimos y la que nos procuramos. Somos lo que aprendemos, y con eso vivimos. Somos nuestra manera de mirar las cosas. Feliz vida! :)

sábado, 19 de julio de 2014

La Alquimia de Ser Humano

Hoy me ha vuelto a asaltar la idea del ser humano como un biocatalizador. Es una idea que mantengo desde hace tiempo, aunque a veces se me olvide. Estoy leyendo el libro de Patrick Rothfuss, “El temor de un hombre sabio”, me está gustando, de momento tanto como el libro que le precede “El nombre del viento”. Son libros de aventuras, de magos, ladrones, caballeros... ambientado en un medievo mágico. El protagonista es un héroe que cuenta la historia de su vida, habla bastante de sus aprendizajes en una Universidad donde enseñan magia y otros aprendizajes del día a día y su relación con los demás personajes. Como lo estoy leyendo en el Kindle estoy disfrutando de otra de las maravillosas opciones que ofrece, subrayar cosas y hacer anotaciones que te guarda en la página y a las que luego puedes acceder directamente. Esto me permite no tener que leer con un cuaderno al lado donde voy apuntando todo lo que me llama la atención y me deja acceder luego a las anotaciones de un modo más ordenado.


Tengo varias notas de frases o fragmentos que considero verdaderas perlas. Algunas con mucho sentido del humor, lo cual es muy útil porque refuerza nuestro recuerdo de las cosas. La que me ha impulsado a escribir ahora es la siguiente, una frase que podría no llamar la atención siquiera: “Pasé diez horas allí, y el único acto de creación que conseguí fue transformar por arte de magia casi un galón de café en una orina maravillosa y aromática.” Además de ser mago el protagonista es músico de nacimiento, en este caso estaba intentando componer, cuando anteriormente ya se había dedicado a fabricar oro. Con esta ambientación ha sido fácil recordar la idea del ser humano como un catalizador, capaz de transformar el plomo en oro, además del café en orina aromática.

A mi madre, mi tía y mi abuela les encanta el Scrabble, un juego de mesa y tablero en el que formar palabras con unas letras que tienes disponibles en tu atril. Cada letra tiene un valor y en el tablero hay multiplicadores del valor de la letra o la palabra completa. Es un juego interesante, donde tener mucho conocimiento del idioma te permite componer mejores palabras. Siempre me ha parecido que ellas transforman el plomo en oro en ese juego, son capaces de crear palabras mucho más valiosas que la mayoría de las personas que conozco partiendo de las mismas letras y tablero. Ya conocemos el dicho popular “La Vida reparte las cartas y a nosotros nos corresponde jugarlas”. He conocido jugadores de mus que hacen verdaderas maravillas con pésimas cartas gracias a su dominio del juego. La Vida es también un gran juego donde nosotros podemos hacer maravillas con lo que nos ha tocado gracias a nuestra creatividad, conocimiento y dominio de las reglas. Eso es a lo que aspiro y para lo que me entreno, la excelencia, al mejor uso de nuestras capacidades, y considero que las más determinantes son las mentales.

Somos catalizadores, transformamos unas cosas en otras, siguiendo con el lenguaje, de un montón de letras sueltas podemos formar palabras, palabras que encierran información para quien sepa traducirlas. Con las mismas letras podemos formar palabras que levantan el ánimo como podemos formar palabras dañinas. Y aquí experimentamos otra de las verdades obvias y obviadas de la vida, “el ojo sólo vé aquello que comprende”. Este es un ejercicio muy interesante ya que nuestra manera de aprender es a través de la propia experiencia personal, pues como bien dice la frase “El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información.


Como catalizadores, somos creadores y transformadores, somos capaces de unir cosas que no se unirían por sí solas, capaces de combinarlas y disociarlas, capaces de transformarlas por completo sin vernos consumidos en el proceso. Esta es la gran maravilla de un catalizador, que no se vé afectado en el proceso. Realmente no somos catalizadores en el sentido estricto de la definición, porque a veces sí podemos vernos afectados en el proceso, para bien y para mal. Cuando hacemos una creación que nos emociona nos transforma para bien, también puede darse el caso de ciertas transformaciones que nos agotan. Todo esto no está al alcance de cualquiera, cualquiera puede realizar combinaciones sencillas, a medida que dominamos este arte podemos hacer combinaciones más valiosas, hasta hacer alquimia y casi magia.

En el último campamento en el que he trabajado que terminó esta semana, teníamos a un chaval que se ofendía muchísimo por cualquier cosa que se escapara a lo que él consideraba justo y adecuado. Me parece una actitud ante la vida que conlleva mucho sufrimiento y se lo comenté en varias ocasiones “Si te tomas todo así vas a tener muchos motivos para sufrir en la vida”. Era fácil que se alterara hasta llegar a las lágrimas de ira, y me costaba calmarle para que me escuchara y razonara conmigo. Un día le dije unas palabras que no sé si las usará, pero que me parecen muy útiles para todos. Otro chico le había insultado, diciendo que su madre bebía y fumaba cuando estaba embarazada y por eso él es como es ahora. El se había ofendido muchísimo y exigía que los monitores castigáramos al otro chico. Le pregunté dónde estaba el insulto en esas palabras, resulta que no eran verdad, entonces, si no eran verdad, ¿por qué se ofendía tanto? Le dije que no podía ofenderse por todas las mentiras o tonterías que dijeran los demás, porque siempre habría alguien que dijera algo con lo que él no estaría de acuerdo. Le pregunté que si se enfadaría igual si un borracho, un tonto o un niño muy pequeño le hubiera dicho eso. No se lo tomaría igual, así que le animé a que considerara las opiniones que no le agradaban como las opiniones de alguna de esas propuestas.

Esto es algo sobre lo que podemos dar un par de vueltas, muchas veces consideramos las palabras de otras personas como hechos y son sólo opiniones. Y una vuelta más, incluso hacemos eso con nuestras propias palabras, que no dejan de ser nuestra opinión y no un hecho. Mucho cuidado con las palabras que usamos y las que aceptamos, son parte de nuestra magia. Volviendo a la alquimia y la naturaleza de las cosas, científicamente se ha llegado a la situación de que en el estado más básico y simple de las cosas todo se reduce a energía e información. De estos dos conceptos está formado todo en la vida, energía e información. La misma energía con distinta información da resultados diferentes. Dedica un tiempo a asimilar esta información :)


Aprovechad todos estos descubrimientos, u opiniones, para vuestra felicidad y la de todos, aprendamos a manejar mejor la energía e información, seamos mejores alquimistas y catalizadores. Feliz Vida! :)

domingo, 13 de julio de 2014

Encajar los golpes de la vida

Hoy pensaba sobre las diferentes maneras que tenemos las personas de encajar los golpes de la vida, golpes definitivos o giros inesperados. La manera de soportar accidentes y desgracias, contratiempos, situaciones inesperadas o negativas. Recordé este vídeo de Rocky Balboa, es cierto que la vida golpea duro, nada golpea más duro, ni más rápido ni de modo más inesperado.


Me maravilla la capacidad de las personas de seguir adelante después de soportar un duro golpe. No hablaré de todas las personas que no vuelven a levantarse, de quienes dejan que un golpe, o la suma de varios les agoten las ganas de vivir. No puedo hablar de lo que no entiendo, hablaré de lo que entiendo. Me maravilla cómo las personas siguen con su vida, o aparentan seguir normalmente con su vida después de recibir golpes duros. Me gusta la frase que dice, “No es la carga lo que te vence, sino la manera de llevarla”. Es asombroso cómo pueden llegar a recomponerse las personas.


Llevo gafas, y tuve que aprender a recibir golpes con o sin ellas, y duele pero cura, con suerte ni el dolor ni el daño es definitivo, siempre que sea físico; otra cosa es el mental. Hay un proverbio chino que dice “Un palo puede dañar la carne, pero las palabras nocivas pueden dañar el hueso”. Eso lo aprendí rápido, y pronto lo puse en práctica. Antes de pelear en la calle solía minar la moral de mi contrincante con palabras ingeniosas e hirientes, parecido al estilo de las peleas entre piratas de Monkey Island. Si conseguías confundirle, desquiciarle, o mejor aún, despojarle del apoyo y ánimo de sus amigos, la pelea estaba muy a tu favor. Nada les confundía y aturdía más que ver a sus supuestos amigos riéndose de él, cuando no contaban con el apoyo de sus compañeros solían desinflarse o actuar torpemente.

No vamos a hablar de la capacidad de hacer daño, sino de la capacidad de soportarlo, de esquivarlo, de encajarlo. Incluso mejor, de interpretar lo que sucede del modo menos dañino. Ya sabemos que la vida no es como es, sino como nos la explicamos. Por ello, la pauta explicativa, la manera que tenemos de contarnos lo que sucede a nosotros mismos es una de las principales herramientas mentales que puede atormentarnos o permitirnos disfrutar de la vida en casi cualquier situación. Vemos la vida como somos, no como es.


La manera de soportar los golpes, la resiliencia quizás, es muy admirable, pero a mí me gusta mucho más la capacidad de reconstruir nuestra ilusión por la vida después de levantarnos. La capacidad no sólo de seguir adelante después de recibir un golpe, sino de hacerlo con el ánimo casi intacto, no diré ya reforzado... Dicen que la actitud emprendedora es ir de fracaso en fracaso sin perder el ánimo hasta alcanzar el éxito, habrá quien lo considere un actitud insensata o infantil. No sé qué tiene de malo ser infantil en según que cosas, pienso que es una pena perder muchas de las cosas buenas de la infancia a medida que crecemos. Creo que comúnmente se confunde madurar con ser más gris, ya desarrollaré esa idea en otro momento.

Bien, simplemente compartir esta reflexión, si ponemos en perspectiva los golpes de la vida, quizás nos parezcan más llevaderos, menos fulminantes. Es algo que aprendemos a medida que tenemos experiencias y las superamos, y algo que se tiene muy asumido normalmente en el deporte. Los golpes son habituales, quedarse en el suelo después de ellos no lo es. En un partido llevarse golpes entra dentro de lo esperado, forma parte del partido, y la manera de reaccionar ante ellos está también entrenada, te levantas, y si puedes continuar sigues sin darle importancia, no te paras a rumiarlo.


Si asumiéramos que en la vida nos vamos a llevar golpes quizás no le diéramos tanta importancia al hecho de recibirlos. Ni intentar esquivarlos a toda costa o intentar entenderlos y justificarlos, a veces vienen sin más, a veces son errores, muchas veces no tienen sentido ni justificación que podamos encontrarles, y no por ello deberíamos dejar que afectaran a nuestra vida y nuestro ánimo. Pienso que podríamos incorporar esta manera de actuar en el deporte a la vida diaria.

Todo esto lo escribo porque llevo tres días con una contractura en la espalda que me tiene muy reducida la movilidad y entonces leo mucho y pienso otro tanto. No es un golpe duro, ni nada que vaya a afectarme demasiado, es algo habitual, y como tal, sé cómo comportarme en estos casos. ¿No me puedo mover mucho? Bien, haré otras cosas, la vida está llena de cosas interesantes para hacer mientras recupero mi movilidad, una de ellas es aprender a valerme con otros movimientos.

Pensad ¿si los golpes forman parte del juego de la vida, cómo te los tomarías? Nuestros pensamientos determinan la calidad de nuestra vida, tómate el tiempo necesario para optimizarlos, tienes mucha vida por delante para disfrutar! :)

Dudar es humano

Este es un cuentecillo que leí hace mucho no recuerdo dónde, tiene una reflexión curiosa :)


La duda liberadora

Era un buscador de otras realidades. Había vagado por muchos reinos y llegó a un santuario tibetano en el que había un recio ermitaño. Era un lugar espléndido para la reflexión y le pidió al ermitaño permiso para quedarse allí unos días. -Haz como te venga en gana- dijo el ermitaño sin demostrar ninguna simpatía

Unos días después, el buscador se sentó junto al ermitaño. Reinaba un silencio perfecto. El aire era puro. Ermitaño y buscador se miraron. El ermitaño intimidaba con su reciedumbre al buscador, pero éste se atrevió a preguntar:

* ¿Cómo soy yo?
* Como una vaca – repuso el ermitaño.

El buscador se quedó atónito. La comparación lo dejaba muy sorprendido.
* No te asombres – dijo el ermitaño, contemplando su reacción - ¿Acaso no comes?
* Sí, lo hago.
* También una vaca. Y dime, ¿no duermes?
* Sí, todos los días.
* Como una vaca. ¿Y no defecas?
* Lo hago.
* Como una vaca. Ya lo ves, eres como una vaca.

Entonces el buscador replicó:
* No lo creo.
* Ésa es la diferencia – dijo entonces el ermitaño – Que tú dudas y la vaca no. Si tu duda es inteligente y te ayuda a investigar la última realidad y hacerte uno con ella, entonces dejarás de ser como una vaca. De otro modo, amigo mío, tú y la vaca sois iguales... aunque las vacas suelen ser más pacíficas que los seres humanos. 

viernes, 4 de julio de 2014

21 días en Alta Lai


Hace unos días que he vuelto a casa tras casi todo el mes de Junio trabajando y conviviendo en las instalaciones de Alta Lai. Conocí estas instalaciones gracias a un amigo en la primavera de 2010 y me encantaron. En 2011 volví de nuevo a trabajar y como siempre disfruté los días e hice buenas amistades con grandes personas que allí trabajan. Han sido dos años sin volver por estar trabajando en otros proyectos y por fin este año tenía libre el mes de Junio para trabajar allí una vez más.


Que el sitio me tiene enamorado es fácil de comprobar, el libro Un filósofo de campamento está ambientado y basado en las actividades que allí realizamos. En los próximos meses empezaremos a desarrollar el proyecto de Filosofía de Aventura en colaboración con Alta Lai Extreme y Escolaire. Cada vez encuentro más beneficios en las actividades que podemos realizar en este lugar para aprender a disfrutar mejor de nuestra vida.

Este mes he estado durmiendo en mi tienda de campaña sobre el crashpad que utilizamos para amortiguar las caídas en la escalada en bloque. Llevaba pocas cosas en la maleta y aún así me han sobrado cosas que no he llegado a utilizar. Realmente vivir puede ser un asunto muy sencillo que no requiere de tantas posesiones, este ha sido uno de los aprendizajes que me traigo de nuevo. Hace tiempo que me fascina una frase que dice “Ya está todo dicho, pero resulta que nadie estaba escuchando y hace falta repetirlo todo”, esta frase me reconcilia con la repetición y con el habitual proceso de aprendizaje, olvido y recuerdo. Muchas cosas que creíamos ya sabidas y aprendidas las olvidamos si no las practicamos a diario y podemos tener nuevas oportunidades de recordarlas.


Ha sido un mes de recuerdos, de nuevos aprendizajes y refuerzo de algunos ya conocidos. La música, la música considero que es una de las grandes claves para disfrutar de la vida. Fascinante cómo nos mueve las emociones la música, cómo nos alcanza y cómo nos conecta. Disfrutamos los últimos días de un magnífico momento protagonizado por dos monitores que tocaban la guitarra y una monitora que nos regaló su voz. Un par de grupos de acampados se apiñaron en torno a los artistas y otros tantos responsables y monitores también nos dejamos arropar por la música. Pequeños momentos que te conectan con todo el arte que podemos aportar a la vida, esa belleza que los humanos podemos crear y regalar al mundo.


Volvimos a ser una pequeña gran familia, cuando nos cuidamos entre nosotros, cuando nos ayudamos y trabajamos juntos. Otro de los grandes placeres de la vida, disfrutar de tu trabajo y la relación con tus compañeros y tus clientes. Para mí es muy bonito el trabajo que allí hacemos, y una oportunidad que tienen los participantes de experimentar nuevas actividades, enfrentarse a retos y superar miedos. Hablo de nuestro trabajo en las alturas y entre cuerdas, donde puedes vivir cómo personas en crecimiento se enfrentan a sus miedos y los superan, cómo se atreven a lanzarse y cómo disfrutan las sensaciones de altura, de estar suspendidos en el aire por sólo una cuerda, de ser capaces de levantarse por sí solos si se caen en un puente entre árboles, de encontrar la manera de subir por una pared con o sin presas.


Aprenden a considerar el cansancio y el dolor como otras variables más, no como barreras insuperables. Hay mundo más allá del dolor y el cansancio, y descubren que son capaces de dar aún más de sí, descubren sus reservas de energía y su capacidad para seguir pese al cansancio y terminar la ruta o ascenso. Luego queda mirar atrás y ver todo lo que han superado, queda esa sonrisa de satisfacción, y me gustaría que quedara el recuerdo de un límite superado, un recuerdo que les aliente cuando se enfrenten a sus próximos retos.


La filosofía de aventura que proponemos no es nada complicado, es algo tan sencillo como pararse a pensar un poco sobre lo que acabamos de vivir, y sacar un aprendizaje positivo de ello. Algo que en montaña solemos hacer cuando acaba el día, cuando te curas las heridas, cuando haces balance del día y preparas el plan para el día siguiente. Algo que quizás no hace todo el mundo, y que siendo tan insultantemente sencillo transforma radicalmente la calidad de nuestra vida diaria.


Me quedan más aprendizajes y descubrimientos por compartir, y muchas ganas me traigo de seguir avanzando y aportando al mundo. Ganas que me traigo tras reencontrarme con amigos y conocer a nuevas personas con unas ganas tremendas de trabajar con sentido por aportar calidad al mundo, por hacer de este mundo un lugar más amable para todos, un lugar donde disfrutar y aprender, y hay mucho por hacer, mucho por disfrutar, mucho por VIVIR.

Seguimos sumando, seguimos disfrutando de este regalo diario que es la vida.