miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿Es positivo cagarse en todo de vez en cuando?


Sí, para que vamos a complicarnos con el título de la entrada, hay veces que nos caemos, que nos equivocamos, que fallamos, que no conseguimos lo que queremos y nos encabronamos, ¿o no? Que yo soy un felicísimo de la vida, y lo soy en parte gracias a que me rodeo de gente aún más grande que yo, y esto lo observo en casi todas las personas. Soy partidario de las tendencias más que los extremos, creo que no es muy real ni saludable lo de ser siieeeeempre un felicísimo de la vida, nacimos para ser reales no perfectos. Hablo de una tendencia, yo tiendo a estar el mayor tiempo posible en la cara alegre de la vida, eso no significa que siempre esté refeliz de la vida. No se puede vivir siempre al sol, a veces también hay que pasar a refrescarse a la sombra, aunque sea para dormir.

Lo siento, todos tenemos nuestras contradicciones, y sí, creo también en la frase “Todos somos luz, pero tú, eres gilipollas, y te mataba gratis”. Quiero creer que todos somos luz y amor incondicional, ya, eso quiero creer. También sé que nada es perfecto ni puro al 100%, así que si somos tropocientos humanos, por pura estadística, algunos tienen que ser bastante deficientes. Quiero pensar que es que sobraban cuerpos y entonces algunos van sin alma por la vida, el caso es que creo que esta es una realidad con la que nos encontramos a diario, por mucho que nos empeñemos en ser luz nos encontraremos con personajes de luz dispersa, de luz escasa, incluso casi inapreciable. No nos agobiemos intentando amar a todos, intentando ser Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta, personalmente reconozco que no lo soy, y es más, creo que tampoco quiero serlo. Además sospecho que ellos también tenían sus días o momentos malos, otra frase que me gusta últimamente es “Todo santo tiene un pasado, todo pecador tiene un futuro”, darle unas vueltas a ver qué os parece.


¿A que viene todo esto hoy? Pues a que no pasa nada tampoco por romperse de vez en cuando, no pasa nada por despotricar un poco y cagarse en la madre que parió a todos los demonios. Para esto me encanta la originalidad andaluza, me cago en toas tus muelas me cago, me cago en todo lo malo me cago, me cago en mi sombra me cago... me hizo mucha gracia terminar la frase reforzando el me cago. Creo que es saludable soltar un poquito, lo que no es saludable es engancharse a la queja y extender ese mal momento más de lo necesario. Cada uno que gestione el tiempo que necesita, yo suelo enfadarme y encabronarme como una media hora, luego se me pasa, hay cosas más interesantes a las que dedicar el tiempo. Creo que el tiempo más largo que he estado enfadado ha sido unos 3 días hace muchos años. Me gustan los prontos, despotricar de manera controlada y sin daños, muy en plan la peli de Una terapia peligrosa o la de Lilo & Stitch, te apartas un poco de la vida cotidiana, vas a tu lugar de expresar rabia e ira, y sueltas, creo que es muy sano.

Luego, ya vuelves relajado a tu vida normal, si has aprendido algo mientras expresabas tu malestar, pues eso que te llevas y lo aplicas a tu presente y futuro, que de todo se aprende. Ser feliz no significa no quejarse nunca, no estar triste o enfadado nunca. Todos tenemos nuestras sombras y nuestras luces, lo que somos es lo que queremos ser y el tiempo y dedicación que le dedicamos a cada cosa. Creo que no es posible ser impecable, la perfección es una trampa. Yo tengo mi grupo de apoyo, esas personas con quienes me permito puntualmente cagarme en todo lo que no me gusta, esas personas que conocen mi luz y mis sombras. Son personas a las que obviamente cuido, no voy siempre con quejas, vaya plan entonces, aunque hay personas con las que parece que no puedes hacer otra cosa que quejarte. Son personas que tienen el 100% de mi alegría, y puntualmente nos echamos unas risas también despotricando de la vida cuando no nos salen los planes, un auténtico equipo.


Hoy escribo esto porque una de las personas importantes en mi vida, una de estas personas del equipo, se ha tropezado un poco o le ha caído un jarro de agua fría encima. Es una referencia para mí, personifica el detalle y la consideración, siempre tiene una cara amable que ofrecerte, y creo que nunca le hemos pillado en renuncio... sospechamos que a veces se encabrona, pero con nosotros siempre ha sido impecable. Le vamos a querer igual, de hecho creo que interpretaríamos como un gesto de confianza que se abriera un poco a nosotros y se cagara en todo, despotricara, se enfadara y expresara su rabia, luego volveríamos a las risas de siempre, porque eso es lo que somos en nuestra mayoría, risas. Seguro que encontramos la manera de ver lo sucedido con optimismo, reconoceremos que es un putada y un mal trago, y después encontraremos la manera de crecer con ello, de seguir adelante, no queda otro remedio, no tiene sentido anclarse en ello, lo suyo es seguir del mejor modo posible.

Hoy pensaba también en por qué sufrimos los tropiezos del camino, no sé si ya lo he compartido con vosotros o ha quedado en esas reflexiones que escribo en la montaña de papeles que dominan mis espacios. El caso es que creo que sufrimos cuando dudamos sobre el objetivo, o dudamos de poder conseguirlo. Si tuviéramos la certeza de conseguirlo, ¿nos importarían tanto los tropiezos del camino? Las curvas, los giros, las paradas, los accidentes... Si supiéramos que tarde o temprano vamos a llegar a lo que queremos, y que va a ser tan bueno como nos lo imaginamos, o más aún, entonces ¿nos molestarían tanto los contratiempos del camino? Creo que lo que nos duele de los tropiezos son los daños a la confianza de conseguirlo, o la confianza sobre el valor real de lo que nos proponemos. Creo que nos duele dudar sobre si lo conseguiremos, o dudar sobre si realmente merecerá lo dedicado a ello.


Hace unos días compartía otra grandísima frase, Vivimos más tiempo en los caminos que en las metas, disfrutemos los caminos. Estoy obsesionao, veo frases detonantes en todas partes, en la peli de Kick Ass 2, el personaje de Jim Carrey dice en un momento “intentar divertiros, sino... ¿de qué sirve?”. Las metas, los objetivos, sirven para caminar, nos impulsan a movernos, como las utopías en el horizonte. Como en el viaje a Ítaca, pide que el viaje sea largo, que nos haga crecer, que nos haga mejorar, que lo disfrutemos, por si acaso no llegamos nunca, o por si acaso al llegar descubrimos que no es para tanto, por ello, disfrutemos el camino. Está bien tener una meta, pero no hipotequemos nuestra vida por una meta, habrá pasos que no sean agradables, no digo que los evitemos si forman parte de nuestro plan de ruta, digo que si podemos, escojamos un plan de ruta disfrutoso y algo que siempre podemos hacer, aprender de lo que vivimos, mejorar con ello.

No me gustaría llegar a una broma que teníamos en la carrera, “todos estos años sufriendo para acabar la carrera y cuando recoges el título, te atropella un camión y palmas, ¿de qué ha servido todo ese tiempo?”. Hoy leía una broma “jugamos a las carreras? Vale, quien la acabe se va al paro”, real como la vida misma... Podemos obtener mucho más de una carrera que un título, que todo el tiempo vivido no sea sólo por un objetivo, podemos aprender, crecer y disfrutar de cada día!

Sea lo que sea que te propongas, si puedes escoge un camino que disfrutes de recorrer, si te tropiezas, puedes despotricar, no pasa nada, eso sí, recuerda que quejarse es como correr en círculos en vez de continuar hacia la meta, dedica a ello sólo el tiempo necesario. A disfrutar la vida! :)




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